Queridos docentes:
No hay más noble profesión que aquella de ayudar a sacar lo mejor de cada uno hacia afuera. A ser como el alfarero y sacar del crudo barro la belleza. A moldear las mentes y el corazón de los hombres y mujeres del mañana que dirigirán nuestros pueblos y formaran nuevas familias.
Ellos son los niños y los jóvenes que hoy tienes en tus manos, tremenda responsabilidad la que se les encomienda, de ella dependerán muchas consecuencias positivas o negativas para el mañana. No hay herencia más valiosa que la buena educación ni recuerdo más imborrable que el de un buen docente.
Hoy en la sociedad de la competitividad, buscar una educación de calidad supone pensar que no la darán solo los textos que el alumno tenga, la calidad de la educación está en los educadores, que capacitados de forma responsable saben enseñar a sus alumnos con una educación integral desde el conocimiento y desde la vida.
Ser educadores católicos, ¿qué significa esto? Que los valores y los fines de una educación físico-emocional tienen como objetivo trabajar no con los valores pasajeros de una sociedad materialista sino con los valores permanentes del espíritu que hace crecer a la persona desde dentro, proponiendo como filosofía la del Evangelio y como modelo de Vida, a Cristo nuestro Maestro.
Felicidades docentes católicos, constructores de los valores del Reino de Dios, fundamento de la paz y la justicia que necesita nuestra sociedad y el mundo entero.
Felicidades y gracias por elegir cada día esta maravillosa vocación.
Graciela M. Agueria
Apoderada Legal
Complejo Educativo “Santa Rita de Casia”
